Los Amos
Capítulo 9 Thump_689265thjona
BIENVENIDO AMIGO!! afro
NO OLVIDES VISITARNOS A DIARIO, TE ESTAREMOS ESPERANDO bounce bounce

Si AUN NO TIENES TUS PERMISOS O NO ACTIVASTES TU CUENTA PULSAR AQUÍ


Unirse al foro, es rápido y fácil

Los Amos
Capítulo 9 Thump_689265thjona
BIENVENIDO AMIGO!! afro
NO OLVIDES VISITARNOS A DIARIO, TE ESTAREMOS ESPERANDO bounce bounce

Si AUN NO TIENES TUS PERMISOS O NO ACTIVASTES TU CUENTA PULSAR AQUÍ
Los Amos
¿Quieres reaccionar a este mensaje? Regístrate en el foro con unos pocos clics o inicia sesión para continuar.

Capítulo 9

Ir abajo

Capítulo 9 Empty Capítulo 9

Mensaje  Abadón Vie Nov 20, 2009 12:36 am

Durante un nundinae más seguí caminando a jornada completa y durante las tardes noches les enseñaba a leer y a escribir al resto de la decuria (decurión incluido). Aquí me di cuenta que pese a toda su civilización un Romano también puede ser inculto… y éstos eran unas bestias. Salvo Albino, quien corría con cierta ventaja, a los ocho días de haber comenzado, ninguno había podido memorizar el alfabeto.
Por mi parte, aprendí a utilizar el cuchillo… perdón… el gladius. Me enseñó Piscus, quien me tenía como único discípulo ya que, como él decía, yo era “su único cunnus novato”. Los demás, al ser veteranos, practicarían solos.
-¡No Argecilao! ¡No! No estás cegando cereal en una maldita granja ¡Estás matando un enemigo! Relaja el brazo, golpes cortos y directos. ¡Apunta!
Practicábamos con dos réplicas de madera. Yo intentaba aplicar lo que recordaba haber visto a los muchachos de la aldea y cada tanto largaba un tajo horizontal, Piscus lo desviaba finamente y con el mismo envión me daba con la madera en la cota.
-¡Vamos Argecilao! Como te mostré… ¡Derecho! ¡De abajo hacia arriba! ¡Nunca de costado!
Y volvía a desviarme el mandoble y a estamparme la madera en el pecho.
-¡No es una espada larga! ¡Es un gladius! ¡Úsalo como tal…! Bueno basta. ¿Qué diablos te sucede?
-No lo sé, debe ser instintivo…
-¿Instintivo dices? Bien, habrá que enseñarte a utilizar la cabeza entonces. Vete, mañana veré que hacer contigo.
Al otro día, luego de media jornada de marcha forzada, Piscus me estaba esperando con un escudo, una espada de seis palmos como las que utilizan los galos y dos gladius, uno de madera y otro de acero. Me pasó la espada, se colocó el escudo y tomó el gladius de madera.
-¡Atácame! –Ordenó.-
Yo dudé, me daba apuro tirarle un mandoble con una espada de verdad.
-¡Vamos maldito galo comedor de ratas! ¡Atácame!
Lo hice solo porque me lo exigía. Mi golpe salió recto, sin decisión y sin fuerza. Piscus apenas si se dignó a pararlo con el escudo y rápido como un rayo me golpeó en la cara con su madera
-¡Ataca como hombre! –Me gritó.-
Volví a hacerlo, ahora un poco más fuerte, también sentí un poco más fuerte el golpe en la cara.
-Yo te creía hombre… y resultaste toda una mujer…
Mujer… ¿Recuerdan? Mal insulto para un galo.
Mi golpe salió oblicuo, rápido, letal… pero se encontró con el escudo. Sin pensarlo, elevé mi espada sobre mi cabeza y la dejé caer como un hachazo… también golpeé el escudo. El próximo lance salió directo a la altura de su pecho, pero en vez de golpear, la hoja resbaló en la curvatura del escudo y yo me deslicé hacia delante, en ese momento sentí el gladius de madera en la garganta.
-Mucho corazón. –Dijo golpeándome el pecho con la punta.- Pero poca cabeza.-También expresó esto con golpecitos en el casco.- Te mostraré lo que no sentiste cuando atacaste. Golpea de nuevo como lo hiciste la primera vez… no, no, espera, voy a cambiar de “cuchillo”. –El maldito Tito Roscio era todo un chismoso. Tomó ahora el de acero y se colocó frente a mí.- Vamos, el golpe oblicuo, pero hazlo fuerte.
Y fue fuerte, no tanto como antes pero si lo bastante. Golpeé nuevamente el escudo y automáticamente sentí un pinchazo en le costado izquierdo. En que momento, no se, la punta del gladius había golpeado contra mi cota.
-¡Ahora el que sacaste desde arriba!
Lo hice y sentí la punta en el estómago.
-El último no hace falta repetir, lo recuerdas. Recuerda también que si hubieses luchado así en un campo de batalla contra romanos, habrías muerto tres veces. ¡Y ya quítate esa cara de estúpido!
Así debería ser mi cara porque estaba pasmado. Esta bien que yo no tenía idea de cómo manejar una espada, pero los movimientos habían sido similares a los realizados por los muchachos de la aldea. ¡Y habría muerto tres veces en tres golpes! Si en ese momento no comencé a respetar el gladius, por lo menos ya respetaba la forma de utilizarlo.
-Ven, practicarás.
Me llevó hasta un campo largo y ancho que estaba sembrado de figuras de paja que semejaban personas. Nos paramos frente a una de ellas.
-Tres movimientos muchacho. De abajo hacia arriba al estomago, derecho al cuello o al rostro, paso hacia la derecha agachado y directo al riñón. Mira –Me mostró.- uno, al estomago, dos, al rostro, tres, al riñón.
Me extendió el gladius y el escudo, pase las tres tardes siguientes haciendo uno, dos, tres.

-¡Maldito galo comedor de ratas! –Exclamó iracundo Híbrido desde el suelo.
-¡Ya, levántate y no te quejes! Bien hecho Argecilao, háganlo de nuevo. –Ordenó Piscus.
El pompeyano se levantó y volvió a presentarme el escudo. Lentamente nos fuimos acercando. De repente gritó y embistió hacia delante con el objetivo de hacerme retroceder, pero aguanté el golpe de su escudo con los pies firmemente apoyados en el suelo. Acto seguido me lanzó una estocada baja a la altura del estómago. Yo hice deslizar su gladius de madera con la curvatura del escudo y con su borde desplacé el suyo, sin perder un segundo le asesté un severo golpe de punta en el pecho, con lo cual Híbrido volvió a caer aparatosamente al suelo.
-¡Maldito esclavo hijo de esclavo! –Me insultó nuevamente.
Esta vez no espero a que Piscus le dijera nada si no que se levantó de un salto y se abalanzó sobre mí. Yo simplemente me hice hacia un costado y le propiné tal golpe en el casco que mi gladius se quebró en su base. Iba Híbrido a levantarse nuevamente cuando Piscus intervino.
-¡Basta! ¡Quédate donde estás! Debería darte vergüenza. ¿Hace cuantos años que eres legionario? ¿Y no solo te dejas vencer por un recluta que hace solo dos nundinaes aprendió a utilizar el gladius sino que también pierdes la cabeza? No sé que tipo de instrucción hiciste con Pompeyo pero empezarás nuevamente de cero. ¡Y tú! –Gritó señalándome.- Puedes fingir toda la sangre fría que quieras, pero cuando lanzaste ese último golpe estabas furioso. Imagínate si rompieras el gladius en medio de una batalla, en dos segundos serías hombre muerto. Si no te queda más remedio que dejarlos pasar, limítate a rebanarles el pescuezo.
“¡Ahora escuchen! Por disposiciones del legado, se les concede cuatro días de descanso. Así que utilicen ese tiempo para ejercitar el cerebro… si tienen. ¡Ahora largo de aquí sarta de méntulas!



Final del capítulo nueve
Abadón
Abadón

Cantidad de envíos : 37
Fecha de inscripción : 29/10/2009
Edad : 47
Localización : Córdoba

Volver arriba Ir abajo

Volver arriba

- Temas similares

 
Permisos de este foro:
No puedes responder a temas en este foro.